rico, rico...



Esta mañana cuando he llegado al trabajo estaba muy hambrienta y de casualidad he encontrado un pastelillo que la semana pasada Carmen me obligó a quedarme. En ese momento yo no lo quería porque la verdad ni siquiera me había gustado demasiado, pero esta mañana me ha sabido a gloria.

Y es que está claro, las cosas no suceden cuando uno quiere, sino que las cosas son cuando tienen que ser.

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